<h1>La fiesta del derroche ha terminado</h1>
<h3>Los
ricos europeos se apuntan a la crisis y suspenden gastos de lujo - Y
los pobres y clases medias renuncian a piso, restaurantes, viajes o
electrodomésticos - El ciclo del alto consumo ha concluido </h3>
<!-- google_ad_section_end -->
<div ="firma">
CLAUDI PÉREZ 02/07/2008
El País
<div ="limpiar">
<!-- Contenido noticia -->
<!-- Estructura_2col_1zq -->
<!-- Votos y comentarios -->
<!-- Fin Votos y comentarios --><!-- Entradilla -->
<!-- google_ad_section_start -->
Francis
Scott Fitzgerald estaba completamente equivocado. Los ricos no son tan
distintos. Cuando la crisis arrecia, cuando el paro acecha, ahora que
cae la Bolsa, que baja el valor de la vivienda y que los bancos
conceden menos créditos -y bastante más caros-, las clases medias y
bajas consumen menos. Ahorran más por lo que pueda venir. Y los ricos
hacen lo mismo. Exactamente igual.
<!-- google_ad_section_end --><!-- Fin de Entradilla -->
<!-- Info complementaria -->
<div ="info_complementa">
<!-- Despiece -->
<div ="listado_despiece">
<!-- Despiece -->
<!-- Hermanas -->
<div ="listado_hermanas">
<ul><li>
El 64 % de los españoles cree insuficientes las medidas del Gobierno contra la crisis</li></ul>
<!-- Fin Hermanas -->
<!-- Agrupa gris -->
<div ="agrupa_gris">
<!-- nes, audios y video peso 8, 7 y 6 -->
<!-- Inicio Mod grafico -->
<div ="mod_grafico">
<div ="mod_grafico_txt">
<h3>
¿Ha recortado su consumo familiar por miedo a la crisis?</h3>
<!-- Otros webs -->
<!-- Fin Info Complementaria --><!-- Cuerpo --><!-- google_ad_section_start -->
<!-- Info complementaria -->
<div ="info_complementa">
<!-- Tabla -->
<!-- Fin Tabla -->
<!-- Destacados -->
<div ="dato_generico">
El lujo recurre a los países emergentes ante las flojas ventas en Occidente
<div ="dato_generico">
El Gobierno dice que el paro puede llegar al 11% en 2009
<div ="dato_generico">
"Salimos menos e intentamos ahorrar en las compras pequeñas del súper"
<div ="dato_generico">
La variable clave en España es la fuerte caída de la confianza del consumidor
<div ="dato_generico">
Luis Nueno: "Las firmas de coches van de oferta. Ahora se negocia como nunca"
<div ="dato_generico">
La caída de ventas en el comercio ronda el 10%, también en grandes superficies
<!-- Fin Destacados -->
<!-- El dato -->
<!-- Fin El dato -->
<!-- La cifra -->
<!-- Fin La cifra -->
<!-- La frase -->
<!-- Fin La frase -->
<!-- Las claves -->
<!-- Fin Las claves -->
Jesús Hernández es directivo de Astondoa, uno de los constructores
españoles de yates de gran eslora. Los yates notan la crisis; en
especial, aunque parezca mentira, el final de la burbuja inmobiliaria,
porque entre quienes compran yates destacan, los magnates del ladrillo.
Su gama de precios va de los 300.000 a los tres millones de euros. "El
parón del ladrillazo ha sido una pedrada para los segmentos más
baratos... y para los más caros", explica Hernández desde Santa Pola.
Desde
noviembre de 2007 se han caído el 60% de los pedidos después de 10 años
de muy buenas ventas de yates, coincidiendo con la época dorada de la
economía española, con el consumo privado y la vivienda tirando a todo
tren.
The fiesta is over, asegura un gran banco de inversión
estadounidense respecto a la década larga de vacas gordas de la
economía española. En Román Paladino: la fiesta se acabó.
El
ejecutivo de Astondoa cuenta el caso de un constructor malagueño que el
verano pasado adelantó 250.000 euros para comprarse una embarcación.
Los yates se construyen a medida, pero tardan unos meses en salir del
astillero. El constructor no podía imaginarse que algo aparentemente
tan exótico como las
subprime -las hipotecas basura- le iba a
explotar en la cara. Empezaron las turbulencias, la crisis financiera
se trasladó a la economía real y la burbuja inmobiliaria estalló en EE
UU y en España. A pesar de la señal de un cuarto de millón de euros, el
empresario se echó atrás en la compra del yate ante el desplome de la
vivienda. "Ha tenido que vendérselo a un italiano perdiendo dinero y
sin haberlo estrenado. Y como ese caso hay muchos: los yates, como los
coches de lujo o la joyería, están en el escalafón más alto de lo
prescindible cuando viene la crisis", cierra Hernández.
El
consumo de bienes de lujo nota la crisis en España y en general en el
mundo occidental. Pero las grandes marcas resisten bien. Se trata de
una crisis peculiar, originada en EE UU y muy concentrada en los países
avanzados. A diferencia de otras veces, los países en desarrollo
aguantan bien -o muy bien- el embate, y el número de ricos no deja de
crecer hasta tal punto que firmas tan distintas como LVMH o Ferrari han
puesto sus ojos en los nuevos millonarios rusos, chinos e indios para
paliar el declive de las ventas en sus mercados tradicionales.
Pero
volvamos a España. "Los consumidores de altos ingresos son los líderes
del rebaño. Cuando ellos empiezan a controlar el gasto, todos vamos
barranco abajo", afirma Joseph Bruselas, economista jefe de Ideaglobal.
Y eso es lo que sucede ahora. Los ricos consumen menos. Y las clases
medias-bajas y bajas, muy sensibles a la subida estratosférica de los
precios de la energía y los alimentos, empiezan a hacer lo mismo.
Gastan menos en salir, en cenar fuera, compran todo en rebajas y se
pasan a las marcas blancas en el supermercado. Las clases medias
también están notando mucho el frenazo: la subida de los tipos de
interés hace mella en el bolsillo, y los que ya tienen pagada la
hipoteca ven cómo su casa vale menos de lo que pensaban, o que
difícilmente van a venderla por el parón de ventas.
Adiós al
manido efecto riqueza que ha sostenido el consumo en los últimos años.
El economista norteamericano Milton Friedman aseguró a finales de los
cincuenta que el consumo privado depende de la riqueza de las familias.
Ese concepto de riqueza incluye el total de ingresos de los hogares,
tanto los corrientes (encabezados por los salarios) como los que
percibirán en el futuro; y del valor de sus activos (en España,
encabezados por la vivienda). Por un lado, el paro empieza a asomarse
en el horizonte: menos consumo. Y por otro, la vivienda se desploma:
aún menos consumo. La investigadora del Banco de España Olympia Bover
ha estimado que un aumento del valor de la vivienda de 100 euros
llevaría a un aumento en el consumo de las familias españolas de dos
euros (un efecto mucho más modesto que en el caso de las familias
anglosajonas, por cierto). Esa tesis explica perfectamente el empuje
del consumo en los últimos años. El problema es que ahora la vivienda
cae. Y el efecto negativo de esa caída sobre el consumo es mucho mayor.
Corría
el año 2006 cuando Marcelo Geli y su novia decidieron dejar de vivir de
alquiler en el centro de Barcelona para comprarse un piso en Sabadell,
a unos 20 kilómetros de la capital catalana. "Cosas de treintañeros",
ironiza Marcelo. "Con la hipoteca compramos casa, coche, y hasta nos
dio para los muebles. El propio banco nos lo sugirió", confiesa. Dos
años después, la letra del piso les ha subido unos 350 euros y la
pareja destina un sueldo íntegro a la hipoteca y el otro "a ir
tirando", dice, y esta vez ya sin asomo de ironía.
Ir tirando
se traduce en decir adiós a las vacaciones y a los caprichos:
"Compramos menos, salimos menos, intentamos ahorrar en las compras
pequeñas del súper y retrasamos al máximo las más caras: queríamos un
lavavajillas, pero seguiremos lavando los platos a mano". Con la última
revisión de la hipoteca, hace dos meses, decidieron "comprar la ropa en
rebajas, olvidarnos de las vacaciones y abandonar un tratamiento con
productos dietéticos, entre otras cosas", añade.
Si lo de Marcelo es desaceleración, lo de César Reino es crisis.
César
es de San Sebastián y acaba de quedarse en paro. Trabajaba en la misma
empresa desde hace ocho años y estaba buscando piso para comprarlo con
su novia, Marta, con quien vive de alquiler en un piso protegido de 35
metros cuadrados. "Adiós al piso y adiós a las vacaciones, al menos
hasta que encuentre algo", dice.
Pero lo sorprendente es que ese
tipo de decisiones ha calado en todos los estratos sociales. En esta
tesitura los ricos también han frenado las compras. "Sobre todo los de
origen inmobiliario: quien más y quien menos se ha pillado los dedos",
afirma José Luis Nueno, profesor del IESE. "Hay una tipología de nuevo
rico que vendió la fábrica y se metió en promociones de viviendas. Son
los del Porsche Cayenne, los de las operaciones de estética, los que
gastaban fortunas en productos dietéticos. Ésos han dejado de comprar.
Otros muchos tienen el miedo en el cuerpo y se han puesto a ahorrar por
lo que pueda venir. Y eso se nota en todos los sectores", afirma Nueno.
Hay
un buen puñado de industrias que han florecido en estos años de
bonanza. Estética, dietética, tantas otras cosas. No forman parte de
los productos básicos en la cesta de la compra, pero crean empleo y han
sido protagonistas en la fuerte expansión de la economía española.
"Todo eso va a sufrir de veras la crisis. Todo lo superfluo, todo lo
que no sea esencialmente necesario va a consumirse mucho menos o nada",
sostiene Nueno.
Se llame como se llame -desaceleración acelerada,
ajuste brusco o simple y llanamente crisis-, el hecho es que la
economía española ha cerrado abruptamente un ciclo de bonanza de 14
años y el consumo, uno de los motores de los últimos años, se
deshincha. La caída de ventas en el comercio ronda el 10%, y esa cifra
es aplicable también, según los analistas, a las grandes superficies.
Todos los sectores están notando la situación. La vivienda, desde
luego, pero también todos los negocios relacionados con ese sector
-equipamiento del hogar, electrodomésticos, decoración, textil del
hogar y un largo y doloroso etcétera- o las ventas de coches, desde los
de segunda mano hasta los caros todoterrenos. O las de jamón de pata
negra, que caen un 40% este año.
"Tras casi 15 años de vacas
gordas no hay sociólogo que se atreva a aventurar ahora cuál va a ser
el comportamiento de los consumidores, ya sea de rentas altas, medias o
bajas, ante un túnel que puede ser largo, bastante largo o incluso muy
largo", explica Antón Costas, de la Universidad de Barcelona. "El lujo
lo va a notar de veras", añade Gerard Costa, de Esade, que califica
como "burbuja de consumo" lo que ha ocurrido en los últimos años. "Es
una crisis rara, que no ha llegado de un día para otro como la de 2001,
y que arranca con la gente muy tocada financieramente, muy endeudada.
Si el sistema se regula solo no habrá grandes problemas. Pero si el
Gobierno se empeña en atemperar el bofetón, la situación puede
empeorar", dice.
Pese al consumo de los nuevos ricos en mercados
emergentes, el lujo nota la crisis en Europa. "Va a ser un año difícil,
como ya hemos visto en los primeros meses de 2008", explicaba hace unos
días Leonardo Ferragamo, de la asociación italiana de moda Altagamma.
"En el lujo, como en los coches de más cilindrada, la caída del consumo
tiene que ver con una hiperreacción propia del cambio de ciclo: no se
consume por lo que pueda venir. Es más una cuestión psicológica, de
percepción, de falta de confianza, que cualquier otra cosa", asegura
Josep Oliver, de la Autónoma de Barcelona. "Pero esa caída también
tiene que ver", añade, "con 10 años de excesos. La gente tiene de todo,
y ahora va a prescindir de lo que no sea necesario".
Los
problemas se ven en la televisión y en los escaparates. "Las firmas de
coches van de oferta y ahora se puede negociar como nunca. En los pisos
hay descuentos dramáticos. Y las rebajas en teoría empiezan ahora, pero
en realidad hace meses que vemos grandes ofertas", apunta Nueno.
En
economía, las crisis se retroalimentan en una suerte de círculo
vicioso: "Se consume menos, entonces las empresas invierten menos y
echan a trabajadores, y eso a su vez reduce aún más el consumo", afirma
Rafael Pampillón, del IE Business School. Romper ese círculo no es
fácil. Los expertos creen que la travesía del desierto durará un par de
años. "Todo depende del empleo. El Gobierno dice que el paro puede
llegar al 11% en 2009, pero se puede ir al 15%. Si eso ocurre la gente
no va a tener más remedio que ajustarse el cinturón, algo a lo que no
estamos acostumbrados porque hemos vivido muy por encima de nuestras
posibilidades", sostiene el analista Gonzalo Bernardos.
La frase
del genial Scott Fitzgerald venía a decir que los ricos "son diferentes
que usted y yo". La réplica de Ernest Hemingway fue muy celebrada en su
día: "Sí, tienen más dinero que nosotros".