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pelotias
 
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Predeterminado 26-nov-2009, 11:43
  #3

<h2>300 orgasmos al día</h2>

<div style="width: 470px;" ="foto ">

Michelle Thompson con su novio Andrew, en Lancaster. | News of the

World

<div id="desarrollo_noticia">

<div ="subtitulo">

<ul><li>Michelle Thompson sufre el síndrome de excitación sexual persistente

</li><li>Por fin ha encontrado a un hombre que la satisface completamente

</li></ul>

<div ="_noticia">

<p ="firma">Eduardo Suárez (Corresponsal) | <span ="localizacion">Londres</span>

<div ="update">Actualizado <strong ="fecha">jueves 26/11/2009[/B]

<strong ="hora">09:58 horas[/B]

<ul ="herramientas"><li ="disminuyeletra">Disminuye el tamaño del texto </li><li ="aumentaletra">Aumenta el tamaño del texto </li></ul>

<div ="comenta">Comentarios <span>77</span>

<div id="tamano">

Hay mujeres que darían lo que fuera por tener un par de orgasmos a la semana.

Y, sin embargo, durante años Michelle Thompson hubiera dado lo que fuera

por bajar de los 300 al día
. Durante años pero ya no. Porque Michelle

ha dado por fin con la horma de su zapato: Andrew, un vecino divorciado capaz de

satisfacer su voracidad.

Lo de Michelle no es un vicio sino una enfermedad poco frecuente ll amada

síndrome de excitación sexual persistente. Una anomalía que

hace fluir más sangre de la debida hacia los órganos genitales propiciando el

clímax y la excitación sexual.

Durante años ha intentado buscar una cura para su trastorno. Ahora no. Ahora

está más o menos satisfecha: "Si alguien viniera y me quitara para

siempre mis orgasmos, creo que quedaría devastada"
.

Hasta ahora Michelle había sobrellevado su trastorno entre la alegría y la

desolación. Alegría por el trajín repentino y constante que le

late en la entrepierna. Desolación por no poder encontrar un hombre que lo

satisfaga.

<h3>Los hombres se cansaban de ella</h3>

"Todos acababan cansados de mí", dijo hace unos días en las

páginas de un tabloide británico, "pero cuando se lo dije a Andrew se rió y me

dijo que él acabaría conmigo primero".

Dicho y hecho: Michelle y Andrew viven en la misma calle pero en casas

distintas y de vez en cuando cruzan de acera para abandonarse a los placeres del

dulce meneo. "Yo podría hacerlo las 24 horas del día y él también, normalmente

cruzo la calle hasta su casa para tener sexo. Y lo hacemos al menos 10

veces al día"
, dice.

Un traqueteo que ha disparado la calidad de vida de Michelle, sumida en una

insatisfacción continua por culpa del trastorno. Y no sólo en el plano personal

sino también en su puesto de trabajo: tuvo que dejar su empleo en una fábrica de

galletas porque el ruido de las máquinas le provocaba orgasmos

continuos
.

Andrew es el primer hombre que está a la altura del reto de Michelle. Y no

porque ella no se haya detenido a buscar. Por su cama han pasado muchos

hombres
. El primero aguantó sólo unos meses, incapaz de seguirle el

paso. Hubo uno que aguantó cinco años pero también tiró la toalla. "Cuando

rompimos, estaba exhausto, era un hombre derrotado", dice ella.

Nada que ver con Andrew, que trabaja como limpiador en una empresa

cercana a Nelson
, la pedanía del condado de Lancaster donde residen los

dos. Antes, Michelle buscaba una cura para sus orgasmos. Ahora no. Dice que le

basta con Andrew.

"Ahora amo la vida de verdad, estamos planeando mudarnos a una casa juntos y

lo haremos en cuanto podamos permitírnoslo. He estado buscando alguien como

Andrew durante mucho tiempo y ahora me siento com


Más de un hombre bueno ha acabado en el arroyo por culpa de una mala acción
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